Reconectar con la Gran Madre
es hablar de protección: ese aspecto que vive en todos y que nos invita
a entrar en la humedad del alma para encontrar allí la cálidez más
profunda, el abrazo más amplio que podemos dar y recibir. Toda nuestra
vida es un recorrido que comenzó en el útero protector de
nuestra madre terrenal desde
dónde, con un amor amplio e inexplicable, fuimos lanzados al exterior
para recibir esa visión individual y sagrada de las cosas. Para comenzar
nuestra búsqueda y exploración.
En el Útero Sagrado se han engendrado también nuestros sueños. Aquellas ilusiones que han
descansado durante milenios en el Inconsciente Colectivo y que se van
reactivando para llevar a cabo un Plan Perfecto,
que consiste en reconocer el rostro de nuestra Gran Madre aquí en el
exterior que nos ha tocado habitar. Una Madre que ha sido ocultada al
Mundo y que durante siglos ha llorado escondida entre las estructuras
masculinas que un día decidieron lanzarle al olvido. Su destino fue
nuestro destino y así también nosotros nos olvidamos de aquella figura
sagrada que nos protegía, que nos recordaba el sentido de las cosas y
el Divino Amor que nos correspondía.
De
alguna forma todos llevamos dentro al personaje del depredador, a la
criatura frágil y también a nuestra Gran Madre, fuerza femenina y
maternal que nos recoge de la desolación de nuestras propias trampas.
Por tanto, si olvidamos a la Gran Madre, lo hicimos porque nuestro
Depredador Personal aceptó la idea de hacerla desaparecer en el olvido.
Entonces, la Criatura Frágil que eramos quedó expuesta a la Bestia,
tejiéndose así esta historia de olvido y falta de protección que nos
afectaba.
La Protección emerge de nosotros como una Energía Liberadora y reconocemos también esta presencia en la naturaleza que se levanta majestuosa a nuestros pies, transformada en árboles, flora, fauna e infinidad de milagros que parecen abrigar y acariciar nuestro corazón. Todas estas visiones van reconstruyendo una conexión, una Historia de Amor tan profunda como antigua que hoy vuelve a escribirse con fuego en el alma de todos nosotros.
La Protección emerge de nosotros como una Energía Liberadora y reconocemos también esta presencia en la naturaleza que se levanta majestuosa a nuestros pies, transformada en árboles, flora, fauna e infinidad de milagros que parecen abrigar y acariciar nuestro corazón. Todas estas visiones van reconstruyendo una conexión, una Historia de Amor tan profunda como antigua que hoy vuelve a escribirse con fuego en el alma de todos nosotros.
La Sabiduría de la Tierra ha traspasado su lamento a Los Libros del Hombre y desde esas hojas antiguas hemos sido capaces de reconocer El Drama de la Gran Madre.
Vigilando incansablemente todos los mitos, hemos descubierto las
lágrimas tiernas de aquel aspecto femenino olvidado de sí mismo y de la
sociedad. Con coraje nos hemos introducido en el vientre materno y hemos
rescatado el verdadero rostro de Nuestra Madre, para que todos puedan
enorgullecerse de su Nobleza y Sagrada Protección. Para que todos
reconozcamos que esta Soledad Patriarcal no nos pertenece como única y absoluta verdad.
No estamos solos, entonces. Un Amor tan inmenso como sublime nos protege. Un Rostro Antiguo de Mujer aparece en sueños y agradece la labor de quienes durante siglos han recontruído sus labios para volver a besar al Mundo y
sanar las heridas que el olvido dejó. Protegemos esta Tierra y todos
los regalos que recibimos al venir a este Mundo. Estamos, al fin,
conectados por un Amor Sagrado que nace de nuestras Raíces y Verdaderos Sueños.
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