Netflix ha estrenado hace poco Wild Wild Country, una serie documental que profundiza en la historia de Bhagwan Shree Rajneesh. A muchos ese nombre no les sonará, pero si digo OSHO es probable que sí. Líder espiritual en los años ochenta ya fallecido, autor de muchos libros de autoayuda exitosos.
Factura técnica e historia
Antes de todo, hay que decir que la factura del documental es excelente. Se utilizan registros históricos en video y se hace un seguimiento neutral de la historia. Se nota que sus creadores no han querido decantarse por ningún bando. Simplemente se dedican a exponer los hechos ocurridos en la década de los ochenta, en un tranquilo por no decir medio muerto estado de Oregón, Estados Unidos.
La historia es simple de entender, pero tiene ramificaciones sorprendentes. Un líder espiritual traslada su centro de operaciones desde la India a Estados Unidos. Tiene un montón de dinero y comienza a construir una ciudad con ayuda de sus colaboradores, los Sanyasin. Hasta ahí todo bien, hasta que sus vecinos con pinta de vaqueros empiezan a mirar con desconfianza todo el asunto. El tema del sexo libre y la vida hippie no les iba mucho y empiezan a expresar su rechazo. La organización de OSHO se siente atacada y empieza un tira y afloja que empieza a calentar el ambiente. Bastan solo un par de meteduras de patas de cada bando para que se monte un lío de proporciones bíblicas. Tanto así, que la cosa se elevó a la categoría de problema nacional y una confrontación grave. Se ventilaron temas tan delicados como un atentado bioterrorista y subtramas dignas de una película de James Bond. Detalles que por supuesto no cuento, para que tú mismo le eches un vistazo.
Reflexiones sobre la fe y la intolerancia
Wild Wild Country además de recabar en material histórico impactante, hace reflexionar sobre las implicancias de la espiritualidad. La forma en que hacemos encajar sus grandes sueños en una sociedad quizá no preparada para todos sus preceptos. Nos hace pensar en los errores que cometen los bandos implicados. Porque no solo se trata de las meteduras de pata de unos ciudadanos chapados a la antigua sino también de gente que se hace llamar espiritual. Trata de cómo el fanatismo y la intolerancia matan un proceso social que se supone debería ser sano. Por sobre todo, expone el fracaso de la sociedad en un momento histórico que podría haber sido mucho mejor.
Pretender pintar la historia de OSHO y sus seguidores como víctimas de un proceso, sería un error. Decir que el país que "luchó" contra ellos lo hizo todo bien, también sería un error. Lo justo es mirar este documental desde una visión neutra, para conocer el lado más oscuro del ser humano. Sin mirar los disfraces utilizados en esta partida de ajedrez. Solo mirando las consecuencias, para luego sacar nuestras propias conclusiones.
El título del documental no podría estar mejor elegido: Wild Wild Country. Un país, una sociedad y un mundo salvaje en donde prevalecen los más fuertes, para bien o para mal.
Para mirar el trailer y ver en Netflix clic AQUÍ.
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