Qué es el mal de ojo y cómo se cura

Hamsa Palma


El mal de ojo es una enfermedad no rastreable por los métodos médicos comunes y que, según la creencia popular, se produce por la mirada que una persona echa sobre otra. Por supuesto, con malas intenciones y con ánimo de perjudicar. Algo que luego puede desencadenar una serie de problemas en la vida de la persona afectada que, dependiendo del poder del ojeador, pueden ser más o menos graves.


¿Qué es un ojeador?


Un ojeador u ojeadora es, según la misma creencia popular, una persona que tiene el poder suficiente para hacer daño a otro solo con la mirada. Esta capacidad se identifica, habitualmente, con técnicas de brujería y actividades diversas cuyo origen es primitivo. Siendo interesante su aparición en varias culturas y áreas geográficas distintas.


Visto así, el ojeador ostenta cierto nivel de conocimiento que le permite hallar la forma de afectar a sus víctimas. Algo que, independiente de su actuar racional o irracional, deja en evidencia un aprendizaje profundo sobre las artes de la brujería y, por sobre todo, la influencia que su propia presencia impone sobre otras personas.


Esto nos puede recordar, por ejemplo, los extravagantes y sorprendentes trajes de chamanes o brujos. Muchos de ellos con accesorios de hueso o plumas, para transmitir una idea humana, tétrica y bestial a la vez. Una presencia que, por supuesto, impacta.


De todas formas, no existe un patrón específico para definir a un ojeador. Por lo que no necesariamente es una persona con un turbante en la cabeza o con un collar de huesos. Dependiendo del área geográfica y la cultura imperante, el ojeador puede tener una imagen distinta y presentarse de formas mucho más discretas.


¿El ojeador siempre busca hacer el mal a otra persona?


No necesariamente. Aunque el mal de ojo y la figura del ojeador tienen mala fama en la mayoría de países en donde esta creencia persiste, no siempre el motivo del daño es voluntario. En algunos casos, se habla de padres que afectan involuntariamente a sus hijos, producto de este mal que parece estar relacionado con los estados humorales y aspectos energéticos no verificables empíricamente.


Lo interesante es cómo el concepto de mal de ojo varía y se explica según la zona o cultura específica. En algunos países de Latinoamérica esta práctica siempre se produce por personas de apariencia maligna y oscura, mientras que en otros este mal no enfoca estrictamente en el aspecto oscuro y voluntario del mismo.


¿De dónde viene el mal de ojo?


Si hoy en día la creencia del mal de ojo permanece es porque sus raíces son muy antiguas. De hecho, en Siria, territorio de la antigua Mesopotamia, se encontraron amuletos con ojos grabados y que se remontan a  3300 a.c. Un posible antepasado del Nazar, la piedra del mal de ojo, también conocida como Ojo Turco.

 

Cabe recordar que el Nazar aún se usa en países arabes y siempre ha sido utilizado como un protector contra el mal de ojo. Lo que confirma que la creencia en este mal es muy antigua y por tanto digna de estudios antropológicos. Aunque hoy en día, el objeto se haya vuelto popular como producto de joyería o como souvenir.


Por ejemplo, los judíos tiene su propia versión de este amuleto y que es el Hamsa. Una figura con la forma de una mano y en cuyo centro aparece un ojo. Una imagen que parece tener raíces históricas más antiguas y que nos remontan a su uso por los cartaginenses en el 820 a.c. 


De todas formas, los judíos no lo ven como un amuleto en sí, sino más bien como un símbolo o recordatorio de la buena fortuna inspirada en la figura de Dios.


Todo esto deja en evidencia que hace miles de años el ojo representaba cierta jerarquía y poder que fue perdurando, pese a las culturas y diferencias geográficas. Una creencia muy arraigada, relacionada también con los egipcios, y que al día de hoy sigue siendo muy importante para algunas personas.


Nazar


Las gorgonas griegas y la mirada penetrante de Medusa


En mitología griega, las gorgonas son monstruos con forma femenina que tienen la capacidad de convertir en piedra a quién les mire fijamente. De ellas, la más famosa es Medusa. Esto, a propósito del mito que cuenta como Perseo, un semidiós, cortó la cabeza de esta gorgona siguiendo las instrucciones de un malintencionado Polidectes, que quería deshacerse de él.


En este caso, volvemos a ver el concepto de la mirada y un tipo de poder que puede infligir daño en otros. Algo que parece resonar con la importancia que se le daba a los ojos en culturas anteriores.


De hecho, el Gorgoneion es un amuleto apotropaico en donde aparece el rostro de medusa. En algunos casos, representado como un horrible monstruo con una cabellera formada por serpientes. Este medallón o amuleto se solía poner en la entrada de templos, en mosaicos e incluso en monedas.


Medusa



¿Qué es el efecto apotropaico?


Es un término usado por antropólogos y que describe los mecanismos de defensa basados en la inspiración mágica o sobrenatural, llevados a cabo por distintas culturas a lo largo de la historia.


Estos mecanismos de defensa primitivos podían derivar en amuletos, rituales y una serie de prácticas que pretendían deshacer los efectos de males invisibles. Algo que se ha estudiado profusamente y que aparece de forma bastante clara en la historia de Oriente Próximo y Egipto.


Sin  embargo, las ramificaciones de los actos y artefactos apotropaicos son mucho más amplias. Abarcan desde la existencia del Nazar, el Ojo de Osiris, la pata de conejo y hasta la Cruz de Caravaca. E incluyen prácticas como cruzar los dedos para tener suerte, orar e incluso conjurar para eliminar males invisibles.


La biblia y la consecuencia de una mirada


La biblia suele tener varias referencias a las malas miradas. Pero hay una específica que habla de la consecuencia de una. Esta es la historia de la esposa de Lot, un conocido profeta de Sodoma, que podemos encontrar en Génesis 19.


En medio de la destrucción de la ciudad, Lot y su esposa tuvieron la posibilidad de huir. Pero antes, dos ángeles les advirtieron que no mirarán atrás. Algo que la esposa de Lot no cumplió, convirtiéndose así en una columna de sal.


Algo que recuerda las consecuencias que podía producir la mirada de Medusa, que convertía a otros en piedra. En el caso de la esposa de Lot, paradójicamente, fue su propia visión la que le condenó.


El mal de ojo según Plutarco


Plutarco fue un conocido historiador, biógrafo y filósofo griego que se dio a la tarea de definir el mal de ojo. Su definición estaba basada en el Atomismo de Demócrito y la Idea de los Efluvios. Dando a entender que de los seres humanos emanaban ciertas energías que podían penetran con menor o mayor intensidad en otras personas. Ya sea para bien o para mal.


Lo interesante de la explicación de Plutarco es que da un marco científico basado en lo psico-somático. Como efectos físicos que tendrían que ver con ciertos movimientos también emocionales o mentales.


El Mal de ojo y su raíz en el latín


El latín es una lengua que se hablaba  en Roma y que luego derivó en muchos otros idiomas. Entre ellos, el español.


Resulta curioso, entonces, que en el latín existieran varias definiciones para el mal de ojo. Estando algunas de ellas relacionadas con el verbo Envidiar.


Es comprensible, entonces, que el mal de ojo que conocemos hoy se conecte muchas veces con la envidia o ese deseo soterrado  de ver caer a quién triunfa. Esto, producto de la fusión de los términos antiguos y modernos.


Sin embargo, la envidia como único motor del mal de ojo no resulta una explicación convincente según los relatos de otras culturas y tiempos históricos. Este mal, en algunos casos, puede producirse de manera involuntaria. Casi como una emanación de energía y efluvios instintiva, tal como lo explicaba Plutarco.


Cómo se cura el mal de ojo


Dada la complejidad a la hora de definir el concepto del mal de ojo, más difícil resulta encontrarle una cura. Esto, porque estamos frente a lo que ya hemos descrito como Efecto Apotropaico. Un mecanismo de defensa primitivo, casi instintivo, que aparece en circunstancias culturales en donde no existe una explicación clara y empírica sobre el supuesto mal.


Un científico o alguien escéptico nos dirá que los malestares físicos son producidos por causas completamente analizables. Un psicólogo nos dirá que la sensación de mala suerte que tenemos es producida por un estado de ánimo deprimido que debemos mejorar con un cambio en la conducta. Un médico nos diagnosticará enfermedades que se aproximan a nuestros malestares físicos y un economista nos dirá que hemos perdido dinero por invertirlo mal. Pero ninguno de ellos nos dirá que la causa de nuestros problemas es el mal de ojo.


En este caso, para una persona que cree en el mal de ojo y que está inmersa en un sistema apotropaico, lo lógico es recomendar rituales o amuletos clásicos que ya se conocían en la antigüedad.


Colgar un Nazar en la puerta de nuestra casa, llevar una cadena con un Hamsa o llevar un Gorgoneion en el bolsillo, con el rostro de Medusa que nos defenderá de las miradas envidiosas de otros. Eso, o hacer caso de los miles de recomendaciones que hay en internet y que van desde pasarse un huevo crudo por la cara o bañarse en agua con sal marina para quitarnos la influencia de este mal.


Aunque si es por guiarse por la historia y los viejos ritos apotropaicos, nada mejor que usar los mismos elementos que usaban nuestros antepasados en Medio Oriente, Egipcio y la antigua Europa.


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Imagen de portada: Daniel Menéndez
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2 Comentarios

  1. Creo que el MAL DE OJO no es otra cosa que absorver sin darnos cuenta malas vibraciones, ya sea de un lugar o persona que nos rodean. Somos esponjas espirituales por lo que absorvemos tanto lo bueno como lo negativo.No necesariamente esas vibraciones negativas son oscuras sino más bien bajas que afectan a la persona más sensibles, produciéndoles en la mayoría de las veces un fuerte dolor de cabeza. Simplemente se cura elevando nuestro pensamiento y solicitando desde nuestro corazón su ayuda para que esas fuerzas negativas sean alejadas de nuestro entorno o de la persona en cuestión.

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  2. Sea una cuestión energética aún no demostrada o magia sin más, me llama la atención que distintas culturas comprendían la existencia de “algo” de lo que había que defenderse y que la ciencia que no puede haya explicación, se limite a denigrar el asunto a mera superchería.

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