¿Qué significa ser una persona vidente?

Mujer vidente



Mucho se habla de videntes, pero pocas personas saben explicar con argumentos sólidos lo que es una persona vidente y lo que hace. Esto, además, se mezcla con mucha superstición, que crea un montón de mitos sobre a este concepto. Es por eso que, en este artículo, te hablaré de esta definición, pero desde la perspectiva etimológica e histórica.
 

Definición de vidente



Para entender el concepto de esta palabra nos tenemos que remitir al latín y la palabra Videntis (Videns/tis), que hace referencia a alguien que puede ver cosas
 
Cabe señalar que en la antiguedad (el contexto en el que se usaba esta palabra) se mezclaba mucho el pensamiento racional con el mágico. Por lo que ser una persona vidente significa poder ver cosas producto de un don especial que permite acceder a información oculta de eventos y personas.

Esto nos lleva mucho más atrás en el tiempo y al concepto de Pitonisa, que era el nombre que recibía la mujer/sacerdotisa que hacía de intermediaria de los dioses en el Oráculo de Delfos. Una mujer que ofrecía consejos y describía escenarios, producto del estado de trance en los que entraba.

De hecho, la definición de Oráculo en latín refiere a mensaje de los dioses. Algo que venía desde un lugar superior que los griegos, en ese entonces, identificaban con divinidades.

Aquí es donde aparece el primer paralelismo entre el carácter mágico del concepto Videntis, con el de Pitonisa y Oráculo. Esto, porque las tres definiciones refieren a visiones y descripción de escenarios que parecen producidas por algo divino.

Sin embargo, esto difiere bastante con la visión actual del hombre, que ha derivado hacia una comprensión mucho más racional del mundo, la mente y sus misterios.

Por lo mismo, me parece interesante revisar estos términos, para actualizarlos y acompañarlos de la nueva información que hemos recibido en los últimos siglos. 
 

Un vidente en los tiempos actuales



Si alguna vez vienes a Extremadura, descubrirás que la palabra vidente se usa para definir a cualquier persona que puede ver cosas. No importa el sistema y la forma en que lo hagan. Lo mismo da si usa cartas, unas piedras o los restos de café.

El concepto es, a todas luces, mágico. Y nadie entiende de forma racional por qué un vidente puede hacer lo que hace. Es decir, ver cosas que han pasado, que están pasando y que sucederán, por arte de magia. O que es lo mismo, por un motivo que nadie sabe explicar muy bien.

Sin embargo, esta percepción de la palabra vidente no solo afecta a Extremadura, sino a muchas regiones de España e incluso otros países. En la televisión e incluso en internet, la palabra vidente toma una connotación esotérica y mágica porque nadie se da a la tarea de explicar de forma racional lo que puede estar pasando en la mente de un vidente.

De hecho, en muchos casos, se crean debates sobre quién es vidente o quién no, considerando argumentos débiles y basados en la superstición más que en pruebas racionales y empíricas. Lo que resulta contraproducente, ya que en vez de aclarar realmente el concepto, se sigue creando y expandiendo su mito en donde cualquier pueda imponer sus reglas de manera completamente arbitraria. 
 

La psicología y las ciencias cognitivas aportan información valiosa para aclarar el concepto



Desde que los griegos usaban los términos de pitonisa y oráculo y desde que la palabra Videntis se usó para señalar aquellos que veían cosas por don, ha pasado mucho tiempo. 
 
Durante un par de siglos la humanidad ha sufrido fuertes cambios y gradualmente se introdujo el estudio de la mente humana. Un conocimiento que comenzó de manera primitiva con los primeros filósofos y que luego decantó hacia un estudio incluso más científico.

El aspecto mágico asociado con lo que podía hacer la mente se fue mezclando con el estudio del comportamiento humano, por lo que la fase supersticiosa fue perdiendo fuerza.

De hecho, si nos introducimos en la teoría del comportamiento, en psicología y revisamos un par de revistas especializadas en ciencias cognitivas nos podemos llevar más de una sorpresa.

Por ejemplo, podemos constatar que el aspecto predictivo del ser humano ha sido estudiado y explicado. Siendo, en muchos casos, asociado a la capacidad de crear conjeturas basándose en el entorno que nos rodea y que, de alguna forma, calculamos, para poder predecir con más o menos precisión lo que sucederá. Algo que se relaciona y mucho con el concepto de Teoría de la Mente.

También hay pruebas interesantes como la Caja de Skinner, un experimento que demostró que una rata en una caja podría aprender un comportamiento, moviendo una palanca para obtener comida. Lo que hacia predecible su conducta, ya que se sabía que la rata le daría a la palanca para saciar su hambre.

Esto, extrapolado al ser humano (que también ha sido sujeto de estudios bastante polémicos), ha demostrado que somos puro comportamiento. Y, aunque nos cueste asumirlo, estamos programados para actuar de tal o cual forma en función del beneficio o gratificación que obtenemos. Algo que, al igual que la rata de Skinner, nos vuelve predecibles.

Estos son solo algunos hitos que demuestran el avance que ha habido entender el funcionamiento de la mente. Una mente que es el nexo común entre los videntes del pasado con los videntes del presente.

Así, la definición de vidente sufre una transformación y no solo se remite a las creencias y a la divinidad, sino también a cualidades mentales estudiadas como la capacidad de hacer predicciones, conjeturar y crear escenarios mentales abstractos en donde todo eso se proyecta. 
 

Videncia ¿Superstición o ciencia?



Para responder a esta pregunta hay que ser justo. El estudio de la mente humana aún está en pleno desarrollo como para decir que tiene todas las respuestas sobre este tema.

Sin embargo, no podemos negar que la ciencia cuenta con muchas más explicaciones y un marco teórico/experimental sólido. Con pruebas de campo y abundante bibliografía que certifica los experimentos que dan sentido a la capacidad predictiva del ser humano y ese aspecto empático que le permite ponerse en la piel del otro para sentir sus emociones y pensamientos.

Con el otro lado, el esotérico y mágico, no tenemos pruebas ni experimentos. Solo tenemos leyendas urbanas o el manido argumento de “a mí me funcionó”, porque cuando hemos ido a una consulta con un vidente nos ha clavado todo sobre nosotros. Sin entender que aquello que le ha permitido ver al vidente es algo que podemos buscar en la bibliografía producida por el otro lado, el científico.

En este punto, mi intención no es crear una lucha entre el pensamiento mágico y el científico. Sino, simplemente, exponer las pruebas y datos duros que existen en cada lado. Para así decidir a conciencia con qué explicación nos quedamos.

Sea como sea, una cosa es clara y en ello coinciden todos. Un vidente es alguien que ve cosas. Y cuando digo cosas, no me refiero a que vea cosas evidentes, como que la camisa que traes es blanca o que tus pantalones son negros. Estamos hablando de ver capas de información no tan superficiales.

No importa si lo hace porque Dios le dio esa capacidad. Tampoco importa si lo hace porque su cerebro y su mente evolucionó como los algoritmos de la inteligencia artificial. Lo que importa es el hecho, el resultado.

Entonces, si vas donde una persona que te dice cosas sin que tú le cuentes nada y parece que pudiera ver a través de ti, incluso adivinando lo que piensas, eso siempre será un vidente. Mientras no haya un nombre mejor para definir a aquellos que, por razones tan fantásticas, pueden dejar con la boca abierta a los demás.

 


 

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