Los
amarres de amor son hechizos que prometen atraer a la persona amada
que, por diversos motivos, se puede mostrar esquiva o reticente a los
encantos de otra persona. Las causas por las que esto puede suceder son
muchas. Discusiones, problemas sexuales, infidelidad o complejos líos
familiares.
Todo esto puede producir el enfriamiento de la
relación y acarrear tristeza a las partes involucradas. Por lo mismo, es
normal observar como muchas personas buscan este tipo de servicios en
internet y foros del mundo esotérico.
Sin embargo, y aunque las
causas que podrían empujar a alguien a solicitar un amarre de amor
parecen justificables, no hay que olvidar que detrás de esta petición
hay un trasfondo psicológico profundo. Algo que toca valores
fundamentales como la ética, la salud mental y la propia lógica de las
personas.
¿Amarres de amor o locura de amor?
Si
escribes en Google Amarres de amor, la cantidad de artículos que
aparecen es increíble. Eso, sin contar los anuncios de pago que los
ofrecen y los artículos patrocinados que promueven los servicios de
distintos brujos y hechiceros que prometen el retorno del ser amado a la
brevedad. Por lo mismo, no es extraño que las personas sigan
contratando este servicio mágico.
Sin embargo, pocos resultados hacen alusión al trasfondo psicológico
que oculta este tipo de petición.
Porque pedir un hechizo de
amor no es como pedir una hamburguesa. Es algo mucho más
potente. Tanto como para modificar la vida de una persona por completo.
Incluso, su psicología.
Motivación psicológica de los amarres de amor
Para entender qué mueve a alguien a pedir hechizos de amor o amarres
efectivos hay que analizar las principales sensaciones y motivaciones
psicológicas que hay en esta petición. Las principales son:
Impotencia
Pedir un amarre de amor por impotencia es algo que sucede a la mayoría de personas que buscan estos hechizos.
Si has amado a una persona durante mucho tiempo es normal que te
sientas impotente al ver que, por diversos y variados motivos, tu
relación se ha ido corrompiendo lentamente.
No es plato de buen gusto ver como aquello que has construido con sudor y lágrimas de sangre un día perezca así sin más.
Una
carta de tarot que define muy bien a quién se enfrenta al dilema de
pedir o no un amarre de amor o practicar
amarres de amor caseros es el Ocho de espadas.
En esa carta
aparece una persona atada y que tiene una venda en los ojos. Una
metáfora de alguien que se siente impotente frente a una situación que
no puede controlar y que, en este caso, es la ruptura de la pareja.
Desesperación
Además
de la impotencia y el miedo que produce el ver cómo la pareja que hemos
construido se hunde como el Titanic, tenemos la desesperación. La misma
que tendría una persona que se ahoga y que no encuentra nada a lo que
aferrarse.
Porque, para bien o para mal, el amor es así. Es un
sentimiento que puede llevarnos a lo más alto, pero también a lo más
bajo. A la depresión y el sentimiento de pérdida más duro al que nos
podamos enfrentar. Un escenario en donde los amarres efectivos parecen
la solución definitiva.
Intolerancia al fracaso
Este
es una verdad incómoda para muchas personas que piden amarres de amor o
que buscan hacer amarres de amor caseros. En el fondo, la impotencia y
desesperación se mezcla con la no aceptación del fracaso de la
relación.
Lo más probable es que nos hayamos enfrentado a indicios que hacían
predecir el desenlace fatalista de la ruptura. Se olía, por decirlo así,
el final de la pareja. Sin embargo, ninguna de las partes involucradas
tomó cartas en el asunto para corregir el resultado negativo.
Muchas
veces, esto ocurre porque prevalece el orgullo personal de los miembros
de la pareja, por sobre la unidad que ambas personas conforman.
No hay una conversación madura en donde se asuma el fracaso o la crisis
de la relación. Se desatienden las micro señales que advertían que
tarde o temprano la relación acabaría mal.
Queremos
creer que nuestra relación es saludable y normal por orgullo y también
porque no queremos aceptar que estamos fracasando.
Entonces todo explota en nuestra cara y la única opción que aparece en
medio de nuestra desesperación e impotencia son los amarres de amor.
Falta de responsabilidad personal
Que
una relación de pareja se rompa es responsabilidad de las personas
involucradas en ella. Por lo mismo, si hay intolerancia al fracaso,
también habrá una falta de reconocimiento por los fallos personales.
Seremos incapaces de decirnos a nosotros mismos “La he cagado” o “me he
pasado tres pueblos en este asunto”.
La
falta de autocrítica y de asumir la responsabilidad personal se unen de
forma maquiavélica y forman, entonces, el escenario perfecto para pedir
a brujos o hechiceros los famosos amarres de amor.
En algunos casos, incluso, nos puede llevar a buscar en Google las
instrucciones para realizar amarres de amor caseros o amarres de amor
efectivos.
Actitud infantil y superstición
Finalmente,
en la mayoría de personas que piden amarres de amor efectivos o
hechizos de amor tenemos una conducta infantil que lleva a creer,
inocentemente, que un par de hechizos y velas encendidas podrán resolver
el problema de pareja que tenemos.
Una
actitud que no resulta del todo razonable, cuando entendemos que la
ruptura de relación o el alejamiento de la pareja se ha producido por
una serie de factores y variables perfectamente identificables.
Un montón de detalles que producto de los otros apartados que hemos
mencionado, no nos han permitido predecir el fallo crítico de la pareja.
Cabe señalar que las rupturas de pareja no suelen suceder de forma
espontánea, sino que son el resultado de meses e incluso años de señales
que nos avisaban que algo iba mal.
El síndrome de Peter Pan y el salto a la magia
De
la misma forma en que una persona podría sufrir el síndrome de Peter
Pan, así mismo un hombre o una mujer podrían resistirse a asumir el
fracaso de esa relación que tanto le costó construir.
La fase más peligrosa, psicológicamente hablando, y que sería la antesala a la petición de un amarre de amor efectivo, un hechizo
de amor, un endulzamiento o amarramiento.
Luego
de esto viene la fase supersticiosa, en donde la persona incapaz de
comprender su propia responsabilidad en la desdicha que la afecta,
piensa que las artes mágicas pueden ayudarle. Es aquí en donde la magia
negra y blanca entran en acción.
En
este caso, el desdichado amante tendrá dos opciones. Considerar los anuncios
que aparecen en Google tras escribir Amarres de amor
efectivos, para luego pensar que los amarres de amor funcionan porque
aparecen anunciados.
Un sesgo cognitivo en el que caerá porque ya está completamente sumergido en la mierda emocional que carcome sus entrañas.
La segunda opción, buscar su propia forma de hacer amarres de amor caseros. Sin mucha experiencia, pero sí con mucha tristeza.
¿Los amarres de amor son efectivos?
Antes
de responder a esa pregunta es importante analizar el propio concepto.
Amarres de amor. ¿A alguien le parece adecuada la palabra AMARRE en un
entorno psicológicamente sano en donde dos personas se aman libremente?
La respuesta habitual es NO.
Por
lo mismo, razonando sobre este tema es bastante difícil pensar que un
hechizo de amor que promete amarrar a alguien sea algo libre y
democrático. ¡Incluso si funcionarán!
Y aunque es completamente comprensible que alguien quiera pedir amarres
de amor efectivos, hechizos de amor o probar los amarres de amor
caseros, no cabe duda que creer en ellos es el equivalente a querer
encerrar en una habitación a una persona. Tal como lo hacen los
psicópatas en las películas de terror y suspense.
¿Pero funcionan?
Esta
pregunta se puede responder de dos formas. Desde la racional y desde la
emocional. La manera racional diría al instante que no, porque no hay
ciencia alguna detrás de los amarres de amor.
Si las parejas se reconcilian lo hacen porque aún existe amor entre
ellos. No porque alguien a kilómetros o en la calle de al lado haya
encendido unas velas y haya realizado complejos rituales para atraer al
ser amado y traerlo de regreso, de rodillas y suplicante.
Que
luego, los malabares del brujo o hechicera de turno hayan coincidido
con lo que iba a pasar de todas maneras por el amor que aún existía
entre las dos personas, ya es una cuestión de suerte. Para el brujo,
claro.
Por
otro lado, si todos los amarres de amor efectivos funcionan, no
tendrían sentido las interminables denuncias en internet que indican que
el trabajo de fulanita o fulanito no ha surtido efecto en el amante
descarriado.
La forma emocional
Desde
el lado emocional, uno debe comprender que el nivel de desesperación de
una persona que pide amarres de amor efectivos es tan profunda que
puede pasar por alto señales de todo tipo. No asumirá su
responsabilidad, no intentará comportarse de forma madura ni mucho menos
asumirá el fracaso.
Esto
nos lleva a la fase más triste del proceso de los amarres de amor o
hechizos de amor. El momento en que la persona pierde completamente el
norte de toda su vida. En donde se detiene su motor vital.
En
ese punto, no le importa verificar la veracidad de los amarres de amor
efectivos o los cientos de promesas de traer al ser amado. Simplemente
quiere una esperanza. Algo que le permita, como una pastilla de Orfidal,
afrontar uno de los peores momentos de su vida.
La persona herida y desesperada no quiere saber si funcionan los
amarres de amor. Simplemente, busca un poco de agua en un desierto
interminable. Un estado emocional en donde encontrar amarres para que
piense en mí y me escriba parece ser la única solución para tanto dolor.
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👉Amarres y Endulzamientos Una perspectiva razonable
👉Rituales para bajar de peso ¿funcionan?
👉Se me acabó la paciencia con los amarres de amor
Photo by Kate Kozyrka on Unsplash
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