Los Sísifos de la Era Moderna



El Mito de Sísifo habla de un hombre condenado a empujar una piedra hasta la cima de una montaña. Al llegar a la cima, la piedra rueda hacia abajo y el hombre debe repetir el proceso una y otra vez en un ciclo interminable. Así mismo, la sociedad moderna está llena de Sisifos que buscan lograr un objetivo amoroso, laboral o de otra índole, pero no se dan cuenta que están empujando una piedra que les lleva siempre al mismo fin poco constructivo.

En el mito griego de Sísifo no hay una solución aparente y la condena parece ser perpetua. Pero en la sociedad moderna las personas tenemos aún una pizca de capacidad intelectual para detectar nuestras propias trampas del comportamiento. 

Eso sí, sería ingenuo pensar que todos están preparados para romper los ciclos repetitivos y dañinos. He visto con mis propios ojos a personas y consultantes que ni siquiera se dan cuenta de lo que hacen. Incapaces de revisar y ajustar su comportamiento para revisar los patrones negativos, parece que vivieran en modo automático, como zombies.



PERDIDOS EN NUESTRA PROPIA IGNORANCIA



Hoy en día, especialmente en el mundo esotérico, no se le da la debida importancia al cerebro y todos los procesos cognitivos que conviven en el. Se pasa por alto la complejidad psicológica de una persona que es capaz de sumergirse en sus propios bucles emocionales y se justifican sus males con la idea del destino o fatum, una serie de sucesos misteriosos o desconocidos que se escapan al entendimiento humano y que controlan la vida de la desafortunada persona. 

Según las explicaciones más místicas y esotéricas, si una persona ha tenido durante largos años relaciones tóxicas con distintas personas, esto sucede porque está escrito en su destino o porque lleva algún tipo de mal que condena su vida a ese tipo de dolores y agobios.

Pero ¿y si el mal o ese misterioso destino no es más que la falta de comprensión que esa persona tiene sobre sí misma, que le hace incapaz de salir de sus propios sus bucles emocionales? 

Somos animales psicológicos y como las cebollas tenemos capas que ocultan nuestro verdadera personalidad. Si una persona tiene tendencia a enamorarse del mismo perfil de personalidad que luego le produce dolor, quizá no es porque esté escrito en su destino. A lo mejor lo hace porque su mente de modo automático busca repetir bucles, esperando encontrar algo que desde un principio sabe que no encontrará. Como la mujer que ha sido agredida por su marido y aguanta los golpes durante días, semanas, meses o años, creyendo que un día todo cambiará.

O la chica que siente profunda atracción por los hombres rebeldes y poco comprometidos. Entusiasmada se une a ellos, para luego confirmar como le ponen los cuernos o la abandonan.

A ella le gusta la rebeldía pero no contempla que aquello puede traer un comportamiento poco estable a nivel emocional. Entonces luego se queja de que le va fatal en el amor, pero no toma en consideración que la única responsable por haberse arrimado a ese tipo de perfil es ella. Creando así su propio bucle y repitiendo una y otra vez algo que parece destino, pero que en realidad no es más que su propia ineptitud a la hora de entender el entramado de su mente y vida. 

La misma ineptitud del hombre ingenuo que ama durante años a una mujer casada que nunca se separa de su marido.


EL PENSAMIENTO MÁGICO Y LA DIFICULTAD PARA ENTENDER EL VERDADERO ENTRAMADO DE LOS SUCESOS



El ser humano, especialmente aquel que vive bajo la sombra del mundo esotérico, tiene una dificultad mayor para darse cuenta de que lo que le ocurre tiene una explicación mucho más práctica y sencilla. El pensamiento mágico ha ganado demasiado terreno en su cabeza y el sano escepticismo ha desaparecido.

Entonces todo lo que le ocurre a la persona está afuera, en un universo misterioso en donde todo sucede por arte de magia. Se produce una sensación de ansia pero al mismo tiempo de adrenalina que eleva la propia ignorancia a un pedestal, quedándose allí sin preguntar, sin cuestionar o pensar que lo que le sucede es mucho más simple.

De ahí en adelante aparecen las explicaciones rocambolescas. Se habla del fatum, del mal de ojo y de muchas otras cosas que nadie se ha preocupado de contrastar. Sin embargo, para una mente adicta al pensamiento mágico eso es suficiente. No es necesario contrastar, verificar o ir a los hechos.

Luego viene la segunda parte. La mente busca soluciones igual de rocambolescas, entrando en una espiral de eventos que nadie sabe explicar muy bien pero en donde de seguro, hay alguien aprovechándose del filón económico que hay en aquellos que han hecho del pensamiento mágico su única guía.

Entonces los Sísifos de la Era Moderna achacan su condena a fuerzas superiores que no pueden controlar de manera racional. Y el problema ya no es solo arrastrar una y otra vez la piedra al mismo sitio. El problema es creer que eso es lo que debe pasar siempre y que la solución, si es que la hay, está fuera de ellos.



Imagen de portada:  Sísifo, José de Rivera - Museo del Prado

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